sábado, 20 de noviembre de 2010

LA CRISIS QUE VIVIMOS

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El siglo XXI se inauguró en medio de un escenario mundial que llamamos globalización. La globalización supone para las empresas de las grandes potencias: costes de producción cada vez más bajos y amplios mercados para vender sus productos. Lo cual unido a unos precios de carburantes y unos tipos de interés bajos, favorece un crecimiento de los beneficios empresariales sin precedentes.


A ello contribuye también el dinero negro que aflora con motivo de la inminente entrada del euro como moneda de la mayoría de los estados miembros de la Unión Europea.


Durante varios años existe el convencimiento de que los ciclos económicos era cosa del siglo XX y anteriores. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.


Durante la segunda mitad del ejercicio 2000 en Estados Unidos la burbuja de las telecomunicaciones se había desinflado. Lo cual, unido a la invasión en Afganistán, motivó una recesión durante el ejercicio 2001. Durante los ejercicios 2002 y 2003 (año en que comienza la invasión de Irak) se aplican rebajas fiscales y de los tipos de interés con el fin de incentivar el crecimiento de la economia. Que duda cabe que los efectos negativos del incremento del gasto en defensa derivado de esta segunda invasión (o intervención militar).


Para compensar la pérdida de negocio derivada de la bajada de los tipos de interés, los bancos comienzan a conceder hipotecas a tipos de interés más altos a personas que saben que son insolventes (hipotecas basuras o subprime). No importa que sean insolventes porque confian que los precios de los inmuebles seguirán subiendo para cuando los recuperen en el caso de impago. Por efecto de la globalización, y aprovechando la expansión exterior de los grupos bancarios de otros paises, logran colocar estas operaciones en el resto de los mercados financieros. Como era de esperar, la burbuja inmobiliaria se desinfla durante el ejercicio 2006. Y en consecuencia durante el ejercicio 2007 se manifiestan los efectos de las subprime. Lo cual hace crecer la desconfianza entre las entidades bancarias de todo el mundo, donde se han vendido numerosas operaciones de este tipo. Esta desconfianza hace subir el tipo de interés en el mercado interbancario, que es la referencia de
los tipos de interés que se aplican a los tomadores de las plazas financieras.


Ya conocemos la siguiente parte de la historia, que se agrava en el resto de la economias, como es el caso de la española. Un día sí y otro también conocemos cual es la tasa de paro (ver nuestra publicación "El mal llamado mercado laboral español"), la evolución reciente del IPC, el déficit público, el déficit exterior, la variación del PIB, etc..


Esta sensación que tenemos de tener "el agua en el cuello" no la debemos olvidar la próxima vez que se nos presente un escenario tan agradable como el que hemos descrito más arriba. Deberemos recordar que "los recursos son escasos y nuestras necesidades son ilimitadas" y que la economía persigue "la asignación óptima de los recursos escasos y usos alternativos".

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